jueves, 15 de febrero de 2018

EL PERDON

Si te acostumbras a perdonar, 

se acostumbran a fallarte

Perdonar es un don, muchas veces los que mejor dominan el arte, lo hacen con especial naturalidad, pudiendo otorgar el perdón cada vez que se sienten lastimados, sin el mayor de los filtros, solo deslastrándose de aquello que les pesa o les genera malestar.
Los que mayor capacidad de perdonar poseen, son aquellas personas capaces de colocarse en los zapatos del otro, para tratar de entender el porqué de una determinada conducta, son comprensivos y normalmente no suelen juzgar a los demás por sus acciones.

Estas personas podemos decir que son privilegiadas en cuanto a su manejo emocional, entienden que las cosas les afectan en la medida que ellas lo permiten, y normalmente se resisten a que algo que las ha lastimado, lo siga haciendo periódicamente a través del rencor, el dolor enquistado, la ira, o cualquier tipo de emoción negativa producto de una decepción o de una herida recibida.
 
Sin embargo, no todo es color de rosa para quienes sin mezquindad son capaces de perdonar, inclusive varias veces a la misma persona. Estas personas a veces pueden ser vistas como personas blandas, indiferentes ante las faltas, o inclusive calculadoras, bien sea porque son muy sensibles y les duele llevar a cuestas su sufrimiento y el de quien ha fallado, cuando se siente arrepentido, que no le importa o no le afecta en lo absoluto, por un sinfín de motivos, o bien porque considera el perdón una inversión, para conseguir algo a mediano o largo plazo, respectivamente.

Dentro de las opciones, quien recibe el perdón, especialmente cuando se otorga luego de una primera vez, es capaz de asumir, que siempre va a ser perdonado, algo así como quien se confiesa ante una autoridad y queda libre de culpas y vuelve hacerlo, porque sabe que el perdón está seguro… sencillamente puede malacostumbrarse y hacer de sus faltas una rutina.

Pero el problema no lo tiene quien perdona, nadie se debe sentir mal por perdonar, principalmente porque el beneficio es personal y de él derivan beneficios colaterales, quien debe saber que es un abusador es quien comete faltas una y otra vez, asumiendo que no le costará ser perdonado.

Lo que no asumen estas personas es que se puede perdonar, pero también se acaban las ganas, se desgasta el afecto, se esfuma la confianza, se rompen las bases de una relación y llega el momento que no importa si existe o no la falta. El nivel de indiferencia por no quedar sentimiento alguno vivo, se hace cada vez más latente, ya no se espera nada, ya no se apuesta a nada, porque así como un lado asume el perdón, el otro asume la falta y con ella la pérdida.


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