miércoles, 26 de diciembre de 2018

¿Quieres sanar tu niño Interior?

Cuando hablamos de escuchar con compasión, solemos pensar en escuchar a otra persona. Pero debemos escuchar también al niño interior. 

 A veces precisa toda nuestra atención. Ése pequeñín puede surgir desde lo más profundo de tu conciencia y reclamar tu atención. Si estás atento, oirás su voz pidiendo ayuda. En ese momento, en vez de prestar atención a cualquier otra persona que tengas delante de ti, vuélvete y abraza con ternura al niño herido. Puedes hablarle directamente con el lenguaje del amor, diciéndole: “En el pasado te dejé solo. Escápate de ti. Ahora lo lamento mucho. 

Voy a abrazarte”. Puedes decirle: “Querido, estoy aquí para lo que necesites. Voy a cuidarte muy bien. Sé que sufres mucho. He estado muy ocupado. Te he desatendido, pero ahora he aprendido una manera de volver a ti”.


MIRATE

Tú eres el resultado de ti mismo
No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar; corrigiéndote, el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.

Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera, todo dependerá de ti; no te amargues con tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

Si, tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haber sido por ti.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que el más grande de los obstáculos.

Mírate en el espejo de ti mismo.

Comienza a ser sincero contigo mismo. Reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Reconócete dentro de ti mismo, más libre y fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias,
porque tu mismo eres tu destino.

Y nadie puede sustituirte en la construcción de tu destino.

Levántate mira las mañanas y respira la luz del amanecer.

Tú eres parte de la fuerza de la vida

Ahora despierta, camina, lucha.

Decídete y triunfarás en la vida.

Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.
PABLO NERUDA

SOY RIO

EL RÍO Y YO
He estado junto al río. 
 
He visto correr sus aguas sin cesar. Sus aguas transparentes, rumorosas y frescas son vida. 

He querido atrapar, detener esas aguas cristalinas y vivificadoras. Hubiera querido paralizarlas para disfrutar sumergiéndome en ellas sin permitirles fluir ni cambiar. 
 

Pero el río es río. Y el río es fluir. 

Su naturaleza es el correr de las aguas siempre idénticas y siempre cambiantes. 

Como la vida misma. Me he sentido uno con el río. 

Y he sentido que toda mi existencia es un cambio continuo y sin fin. 

Y me he remontado al origen del río, a la fuente. 

Y he comprendido que soy río que fluye, pero también fuente que brota. 

He comprendido que lo que fluye es mi existencia temporal, que no puedo detener. 

Pero ascendiendo llego a mi fuente. Y siento ser plenitud en la fuente. 

Hay que dejar que el río sea río. Lo que tiene que correr, cambiar y fluir debe seguir su curso.
Pero las formas infinitamente variadas del río a través de su cause tienen un origen quieto, fecundo, copioso e inagotable. 

Yo soy el río en el devenir de mi existencia temporal. No puedo detener las leyes de su desarrollo, evolución y cambio. 

Mis formas, como las del cauce del río, no puedo detenerlas. 

He de sumergirme en las formas cambiantes del río y saber que soy río. 

Pero también soy fuente, manantial copioso y vivificante. 

No hay río sin fuente. Me siento feliz cuando me doy cuenta de que soy la fuente de mi río. 
 
D. Lostado