domingo, 6 de octubre de 2019

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martes, 1 de octubre de 2019

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Que Cosas Nos Decimos

Que Cosas Nos Decimos


Las exigencias que nos imponemos a diario por ser exitosos y felices y la necesidad de controlarlo todo, nos está llevando a grados de estrés y ansiedad innecesarios.



Los mensajes que nos enviamos a nosotros mismos reflejan muy bien lo que ya observamos cada día en redes sociales: cuanto más exitoso, glamuroso, sociable, simpático y equilibrado eres, más feliz serás. Siempre pasamos por alto que la gente suele publicar únicamente lo positivo y bueno que le pasa o incluso solo aquello que quiere proyectar, pero difícilmente conoceremos cómo son sus días malos, sus frustraciones, sus inseguridades o sus complejos.  
Los humanos somos complejos y la felicidad no es estar siempre bien, sino en conocernos emocionalmente para saber gestionar nuestras emociones en búsqueda de un bienestar interior. Ni el enfado ni la tristeza se deben ocultar y tampoco debemos obsesionarnos con alcanzar la perfección. 

Cuando te sientes ansioso/a o estresado/a tu cerebro intenta protegerte y la mejor manera de hacerlo es reafirmándote, mostrándote exactamente aquello que consideras que debe ser "ideal" para vivir bien. Tus creencias son propias, es tu mirada única sobre cómo debería funcionar el mundo y cómo deberías comportarte en él. Por tanto, acabas acarreando con obligaciones mentales que muchas veces no se corresponden con ideas lógicas o racionales, pero que las crees a pies juntillas. Tú en el fondo sabes que la realidad es más compleja y que no todo es blanco o negro, sino que es una escala de grises, pero te aferras a a estas creencias irracionales como ideales de bienestar. 
Pues quizás llegó el momento de que pares y reflexiones sobre los mensajes que te estás enviando y que te están haciendo daño:

1. Tengo que ser querido/a siempre por todo el mundo

Kathleen Smith explica que muchos de estos pensamientos erróneos provienen de la idea de que el mundo entero tiene que aceptarme. Por lo tanto, uno está dispuesto a adaptarse a diferentes grupos de personas para que todos me quieran y encuentren aspectos adorable se en mí. Esto conlleva un gran riesgo: se puede perder la perspectiva y el sentido del "yo".
Plantéate si de verdad necesitas caerle bien a todo el mundo y si lo que impulsa esta necesidad es la vanidad o la falta de autoestima. Puedes ser amable con todas las personas de tu entorno, por supuesto, pero sin tener que perder quien eres por adaptarte a lo que supuestamente esperan de ti. Esto (aún) no es Black Mirror: en la vida real no necesitamos "likes" de los demás.

2. Tengo que tener éxito en todo lo que haga

¡Error! Ese pensamiento ya te está generando miedo y ansiedad. O incluso, puedes hacer que estés posponiendo tus propios proyectos porque tus expectativas sean muy altas. Piensa algo: incluso las personas públicas y exitosas han fracasado muchas veces. La diferencia es que ellos son capaces de aceptar estos fracasos y aprender de ellos y tú no lo sabes porque no lo publicitan lo suficiente. 
No dejes que el perfeccionismo te controle: determina cuáles son tus cualidades, cuál es tu potencial y detecta tus limitaciones. Debes aceptar que no todo lo que quieres lograr te saldrá a la primera de cambio. Es más que probable que esa entrevista de trabajo no salga como esperabas o que la cita con esa persona que te gusta no termine del todo bien. Pero recuerda, la vida no es todo "siempre y nunca".
Tu cerebro aprenderá y cambiará el chip a mensajes más racionales como "esta vez no salió bien, pero habrá otra oportunidad" o "¿en qué fallé y qué puedo mejorar"?

3. Tengo que estar indignado con lo que ocurre a mi alrededor

Párate a pensar en la cantidad de temas que te preocupan que no dependen de ti. Además de nuestros problemas del día a día, nos angustia el planeta, la pobreza, el terrorismo, la inseguridad, etc. El resultado es que solemos estar pegados a las redes y al televisor, consumiendo cualquier novedad sobre el tema, lo que nos genera ansiedad.
Obviamente, podemos implementar pequeños cambios que nos ayuden a sentirnos mejor ante cada uno de estos problemas: recicla tu basura, apúntate a un voluntariado, donda dinero a causas que lo merezcan... Todo esto seguramente te reportará más satisfacción que estar 24 horas pendiente de las noticias. 

4.  Tengo que evitar los conflictos

Es innegable: se trata de la salida más rápida y la más cómoda. Si hay algo que te preocupa que debes hablar con tu pareja o con tu compañero de trabajo, ¿por qué prefieres evitarlo? ¿Para no discutir? Pues has de saber que no te estás haciendo ningún favor porque te estás guardando tus sentimientos y algún día acabarán por estallar.
Hay mil maneras de expresar aquello que nos molesta. Los conflictos forman parte de la vida y para abordarlos hay que hacerlo con madurez. Si no se producirán malentendidos que te harán sentirte peor.

5.  Tengo que controlar todos los detalles

Es físicamente imposible calcular todas y cada una de las variables asociadas a una situación, así que si sueles hacerlo probablemente tendrás que lidiar con la frustración muy a menudo. Lo ideal es analizar qué factores dependen exclusivamente de ti y qué factores no y enfocarte en hacer bien lo que está en tus manos. 
Escribe tus pensamientos y expectativas ante un proyecto o situación. Es un buen ejercicio que hará que tengas ideas más racionales y realistas sobre las posibilidades futuras. Puede parecer paradójico pero saber que puede haber cabos sueltos en tu idea hará que estés más seguro/a.