“Cuando el niño tiene entre tres y cinco años”
La capacidad de los niños para comprender una separación cuando tiene
entre tres y cinco años es muy variada. En algunos casos, podrán
reaccionar con apego como si tuviera menos edad; en otros fabularán y
dramatizarán en sus juegos aquellas situaciones a las que aún les
resulta imposible adaptarse. “Vete de aquí, eres una niña muy mala”. Así
le gritó Mónica a su muñeca el día de su cumpleaños. Y prosiguió: “Tú
madre no vendrá si sigues tirando la leche. ¿Me has entendido?” O bien
resolverán el dolor por la pérdida fantaseando, por ejemplo, con ir a
vivir con el padre ausente convencidos de que allí todo es mejor. Como
es lógico, estas “salidas” que encuentran están directamente
relacionadas a los cambios que experimentan.
Alrededor de los tres años, tres de las cuestiones más importantes
que descubren los niños son: en primer lugar, que son alguien diferente
del resto de las personas, y no sólo físicamente, sino también en su
modo de ser; en segundo lugar, que ya no necesitan ver todo el tiempo a
sus padres para sentirse seguros; y, en tercer lugar, que puede llevar a
cabo sus proyectos. Pero aunque parezcan tener un máster en madurez,
ello no implica que el niño sea emocionalmente independiente; que no
necesite apoyo, cuidado o protección de sus padres. Al contrario, la
audacia de que suelen hacer gala sólo puede ser llevada a cabo cuando el
niño tiene la seguridad de que los padres estarán ahí para protegerlo.
Por esta razón, cuando a un niño de esta edad sus padres le explican
que se van a separar, lo común es que no se oponga ni se enfade como lo
haría un niño mayor; lo más seguro es que se muestre atento, expectante e
indefenso. Si se ha llegado a acuerdos para tener la custodia
compartida y puede ver a ambos padres, incluso podrá comprenderlo en
poco tiempo y aceptar que se ha producido un nuevo orden pero él no está
saliendo perjudicado. De hecho, hay que pensar que un niño de tres años
ya no es el niño rebelde de cuando tenía dos años, y esto le permite
ser menos proclive a los enfrentamientos. Además, es una edad en la que
el niño se esfuerza por descubrir quién es y por eso su mayor
preocupación consiste en identificarse con aspectos de la relación de
sus padres que conoce. Como lo dijo una niña a su madre al poco tiempo
de que el padre se fuera de casa:”Ahora jugamos a que yo soy tú y tú
eres papá. Yo me enfado y tú te vas. ¿O quieres que tomemos la leche
todos juntos?”. Y es que mediante estos juegos del “soy esto-no soy lo
otro”, el niño se las ingenia para descubrir lo que le agrada, lo que
desea rechazar abiertamente y lo que le molesta, pero también es una
estrategia lúdica para conseguir lo que desea y dejar a un lado todo
cuanto no le sirve para sentirse bien, dando a su vida el orden que el
medio externo parece no proporcionarle.
Algunas cuestiones a tener en cuenta
-Permita que se relacione con otros niños de su edad para que
comparta juegos e intereses, tanto cuando esté con el padre que tiene la
custodia como con el que ve cada cierto tiempo.
-Si lo nota tenso, proporciónele abrazos curativos, cuéntele un cuento o proporciónele un masaje suave antes de ir a dormir.
-Comparta sus fantasías cuando juegue a ser otra cosa diferente de lo que es.
-Permítele tener una mascota a la que cuidar y con la que jugar.
-Reduzca las situaciones que le puedan provocar estrés.
-Fomente el sentido del humor.
-Hable con él sobre cuestiones relacionadas con el hogar o el barrio
para que aprenda a aceptar otros puntos de vista y haga el esfuerzo de
adaptarse a ellos.
-Para que se sienta seguro en el hogar asígnele algunas tareas
rutinarias a fin de que se de cuenta de que él también puede colaborar.
Por ejemplo, pídale que riegue las plantas o que pase el plumero.
Obviamente, esto no quiere decir que lo tenga que hacer perfecto, pero
es fundamental para que aprenda progresivamente que en el hogar de la
madre y en el del padre hay actividades rutinarias a las que debe irse
adaptando. Durante las primeras experiencias puede ser incluso
conveniente que estén a su lado para ayudarle.
-Ayúdele a controlar sus impulsos enseñándole el valor del silencio para pensar qué desea antes de actuar.