jueves, 13 de mayo de 2021

Superar el suicidio de un ser querido

 Superar el suicidio de un ser querido

 

El suicidio de un ser querido es una experiencia muy desafiante desde el punto de vista emocional. Los sentimientos que producen son muchos, de tonos muy distintos, en ocasiones contradictorios, y de mucha intensidad. Ahora bien, ¿cómo afrontarlos?
El suicidio de un ser querido puede ser una experiencia realmente devastadora para quienes sobreviven. En esos casos, al dolor de la pérdida se suman las trágicas condiciones en las que esta se produce, lo súbito del hecho y, muchas veces, la imposibilidad de encontrar una explicación sobre lo sucedido.
Uno de los aspectos más complejos después del suicidio de un ser querido es el manejo de los sentimientos de culpa. Es inevitable que estos aparezcan, ya que el solo hecho de que alguien amado se quite la vida lleva implícito la idea de que era una persona en problemas y que quienes le rodeaban no lograron ayudarle.
Lo cierto es que el duelo por el suicidio de un ser querido suele ser mucho más difícil de sobrellevar que cuando la muerte se produce en otras circunstancias. Por lo mismo, este tipo de situaciones demandan mayor atención y más precaución, ya que las implicaciones que puede llegar a tener son muy amplios.
La muerte suele generar sentimientos de incredulidad y desconcierto, incluso cuando se espera que ocurra. En el caso del suicidio, ambos sentimientos se experimentan de manera superlativa. Además de una fuerte dosis de angustia, junto con confusión, culpa y muchas veces vergüenza o conciencia de pecado en el caso de las personas creyentes.
A esto se añade el hecho de que habitualmente el entorno no ayuda mucho. Si bien se recibe la solidaridad de los otros en el momento de la muerte, de las exequias y demás, lo más común es que después prime un silencio duro en torno a los hechos. La mayoría de las personas no saben cómo abordar este tipo de situaciones y muy frecuentemente optan por eludirlas.
Tampoco es raro que los demás especulen sobre las razones que llevaron al suicidio a esa persona y que miren con cierta aprehensión a quienes la rodeaban. Aunque no digan nada, algunos gestos y actitudes mostrarán esa realidad. Sobre el suicidio tiende a desplegarse un manto de silencio que, en todo caso, nunca es conveniente.
Un duelo diferente
El duelo por el suicidio de un ser querido es más difícil de superar que otros duelos porque en este caso hay que elaborar una situación que va a tener aspectos incomprensibles. En este caso la situación no puede verse como un evento natural, sino al contrario: como un hecho que va en contra de la forma natural de morir.
Quienes sobreviven a la persona que se suicida se preguntan una y mil veces “¿Por qué?”. También se atormentan con autorreproches: “¿Cómo no lo vi venir?” “He debido hacer esto o lo otro”… De una u otra manera sienten que le fallaron a quien murió y se sienten culpables por no haber hecho más. Incluso pueden llegar a “odiar” a la persona fallecida por hacerles sentir así.
Hay demasiados sentimientos presentes y todos son complejos. Eso hace que el duelo sea más difícil y tienda a ser más prolongado. De todos modos, siempre hay caminos para ir elaborando todo ese dolor, asimilarlo e incorporar la experiencia en nuestras vidas.
Si pasas por una situación así, debes saber que eres más vulnerable que en otros momentos y que, por lo mismo, si sigues la inercia o lo que te pide el cuerpo, lo más probable es que termines abandonándote.
No trates de ponerle límites al dolor, ni en tiempo ni en intensidad. Expresa lo que sientes por todos los medios que tengas a mano. A veces creemos que si le damos rienda suelta al sufrimiento, ya nunca volveremos a sentirnos bien. Pero esto no es así, sino al contrario. Cuanto menos hables del tema, menos llores o menos expreses, más difícil será ponerle límite al sufrimiento.
Es probable que vayas a necesitar ayuda. Puedes buscarla en tus allegados, si piensas que ellos te dan el suficiente soporte en una situación como esta. Lo más habitual es que no sea así. Por eso es buena idea pensar en un grupo de apoyo, el cual constituye un espacio donde muchas personas comparten una experiencia similar. Otra opción, muy aconsejable, es solicitar ayuda profesional



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